Gasolineras low cost: ¿ofrecen combustible de la misma calidad que las tradicionales?

En los últimos años han proliferado las gasolineras «low cost» hasta cubrir un total del 25% del parque de estaciones de servicio. Los consumidores se preguntan habitualmente si la gasolina que distribuyen a un precio más barato tiene una calidad muy inferior a la de las gasolineras que llamaríamos «normales».

Nuevos tipos de gasolineras

Las gasolineras low cost vienen siendo un tema tan polémico como recurrente desde que en 2013 la nueva Ley de Hidrocarburos abriera al gran público un negocio, el de la comercialización de combustibles, antes en manos de las petroleras y las grandes cadenas de gasolineras. Con la nueva ley, los requisitos en cuanto a parcelas y licencias para montar una estación de servicio se rebajaron sensiblemente, haciendo posible la entrada en el sector de pequeños empresarios.

Al mismo tiempo, aparecieron en España compañías de construcción de estaciones de servicio en modo ‘clic and go’, algo que puede traducirse como ‘llave en mano’ o, si se quiere, modulares. Montan las estaciones en pocos días a base de diseños estandarizados y que traen en módulos, que se arman al estilo de un mueble de Ikea, para entendernos.

Este tipo de compañías funcionan bajo el formato de franquicias en las que nosotros aportamos los permisos y los terrenos y ellas las estructuras y el suministro de combustible, a cambio de quedarse con una comisión. La inversión mínima puede estar en torno a los 200.000 euros y se calcula una media de entre dos y siete años para recuperarla, según la afluencia, de que dependerá de localización densidad de población, etc.

Reverso polémico de las gasolineras low cost

Las facilidades para emprender un negocio de este tipo han propiciado que desde el cambio legislativo, que permite montar una estación en cualquier parcela industrial o centro comercial, cada año se abran 250 gasolineras nuevas, más de 400 en los últimos dos años, haciendo crecer el número de estaciones en el territorio hasta las casi 11.000. Además, el número de gasolineras independientes de las grandes cadenas supera ya el 25% del parque total.

No obstante, desde diversos sectores se apunta a que este negocio, basado en ofrecer la gasolina más barata que las estaciones tradicionales, por motivos que veremos más adelante, es cuanto menos polémico por varios motivos. El primero de ellos es que al ser módulos estandarizados, estas gasolineras no están pensadas para el acceso de discapacitados, lo cual puede constituir una discriminación.

El motivo, entre otros, es que muchas veces no cuentan con personal para servir ni cobrar, sino que debe ser el mismo usuario el que pida un monto de gasolina en prepago, cargue el coche y después verifique el importe final, todo ello interactuando con un cajero automático. Por lo tanto, el segundo aspecto polémico de estas estaciones low cost es que no generan apenas empleo, ni siquiera en su mantenimiento, que es sumamente eficiente.

El tercer aspecto polémico es la seguridad: puesto que en el momento de repostar podemos estar solas o solos en la estación, sin más personal que las cámaras de seguridad que hay situadas en puntos estratégicos, pero que no tenemos la certeza de que sean vigiladas en tiempo real, somos muy vulnerables a sufrir atracos o ataques sexuales. Algunas comunidades autónomas están preparando leyes para que las gasolineras low cost tengan un mínimo de personal.

¿Gasolina más barata pero de peor calidad?

Finalmente también se discute sobre la calidad del combustible que sirven las gasolineras low cost, generando dudas entre los consumidores. En efecto, venden gasolina y gasóleo más baratos, pues este es el puntal de competitividad de estas gasolineras frente a las tradicionales: propiciar un ahorro de unos 5 euros de media por depósito lleno.

Pero ¿tienen la misma calidad que los combustibles de las gasolineras tradicionales? En principio sí, puesto que son distribuidas por la misma compañía, CLH (Compañía Logística de Hidrocarburos). Es la compañía autorizada en España para distribuir el combustible de las refinerías. CHL, que se ha venido a comparar como un banco en el sentido de que guarda el petróleo de las refinerías pero se lo devuelve en igual medida, añadiendo los beneficios del negocio hecho con él, almacena y transporta a las estaciones el combustible.

Sin embargo, no discrimina entre estaciones low cost y tradicionales, sino que ofrece a todos la misma materia que recibe de las refinerías. Por este motivo, en principio, la gasolina barata es igual de buena que la cara. El descuento sale de la ausencia de personal y servicios adicionales, así como de los costes relativamente bajos de montar una de estas estaciones y su bajo mantenimiento.

Ahora bien, parece ser cierto que las estaciones tradicionales buscan distinguirse aumentando la calidad de sus combustibles mediante ciertos aditivos que ayudan a limpiar los inyectores de los motores de inyección, así como a mejorar la combustión en diésel y a producir menos espuma en gasolina, con lo que se mejora notablemente la eficiencia del llenado.

No obstante, la distribuidora CLH también ofrece servicios de aditivado de combustibles a la gasolineras a las cuales vende, y es posible que algunas low cost los incluyan, aunque no existe la misma certeza al respecto que en las gasolineras tradicionales, que promocionan activamente los aditivos añadidos para justificar el mayor precio de sus combustibles.

Vía | ConsumoClaro.